Cuando yo tenía 18 años era Rock and Roll. Ponía a sonar esto en mi cuarto y cantaba hasta que me dolía la garganta, siempre me dolía la garganta porque nunca supe cantar, no como mi hermana, que hacía canciones y cantaba hermosísimo y yo solo quería que ella me cantara sus canciones. Pero mientras tanto yo cantaba lo que estas mujeres cantaban y tenía un novio rockero y era Rock and Roll.



Luego me volví hipster y todo era Grizzly Bear y Drexler, y luego dejé de fumar y ya no tomaba tanto y me fui del país y el invierno me borró, y luego ya no era Rock and Roll.



Pero a veces, de vez en cuando Laurá, la del blog ese, se acuerda de estas canciones y la sangre le efervesce. Y se acuerda de Ibagué, y del Com Lag y de cuando escribía sobre música porque era lo único que amaba hacer, y del tango sexo sexo y amor.



Y vuelve y se apaga. Por que ya no siente tan intensamente. Porque vio a Radiohead frente al Mediterráneo con el cielo sobre su cabeza y no se murió como pensaba que se iba a morir, y solo lloró un poquito y no fue suficiente. Ya nada es suficiente. Nunca nada lo fue igual. Era siempre la insatisfacción. Ahora sabe un poco más qué va a hacer, pero no se conforma. Cuando yo tenía 18 años era yo. Ahora no sé. Ahora también.

 

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